Nos encontramos con la típica suegra que quiere aprender a manejar a los 50 años; su hija le recomienda la escuela de manejo de su esposo.
Llegan a la escuela: “Mi mamá quiere aprender a manejar”.
“A sus órdenes, querida suegra. ¿cuándo quiere empezar?”
“¡Ahora mismo!”
“¿Cúanto crees que va a necesitar, mi amor?” pregunta la esposa refiriéndose al tiempo.
“Bueno, tratándose de tu mamá unos tres o cuatro…”
“¿Semanas o meses?”, interrumpe la madre política.
“¡No suegra! ¡tres o cuatro automóviles!”.