Eran unos gitanos que se habían hecho de un burro y entre ellos se iban a turnar para darle de comer al burro.
El primer día le tocó a uno y dijo:
“Por un día que el burro no coma no pasará nada.”
Y al otro día el otro también dijo:
“Por un día que no coma no le pasará nada.”
Así pasó una semana y los gitanos decidieron deshacerse del burro y lo llevaron a un circo para venderlo como comida para leones, y el dueño muy gustoso se los compró.
No habían caminado ni media cuadra cuando sale el dueño del circo y les grita:
“Conque comida para leones ¿no? ¡Este condenado burro ya se comió dos y tiene al otro acorralado!”