Bonifacio va a la casa de un amigo y ve un piano nuevo.
“¡Oh, un piano!”,
“Sí, lo compré con la esperanza de que mi hija, al verlo, se entusiasme y aprenda a tocarlo”,
Dice el amigo Bonifacio dando un largo suspiro: “No tengas muchas esperanzas, hace mucho compré unas maletas nuevas, pero la suegra todavía no se ha ido de la casa”.